Adolfo Estalella se pregunta en su blog (que acabo de descubrir) si las economías de voluntariado tienen futuro. Lo argumenta en base a las diferencias que existen entre un proyecto colaborativo como Barrapunto, y otros (comerciales) como El País o 20 Minutos.

La cuestión tiene multitud de matices. El voluntariado implica en primer término ausencia de ánimo de lucro; pero si un proyecto va creciendo o tu implicación en él aumenta, el paso al lucro o a una esencial economía de subsistencia no tiene por qué ser negativo. Si no todo lo contrario: es estupendo que uno pueda recibir una compensación por un proyecto en el que realmente cree.

La ambigua naturaleza del voluntariado

Barrapunto pudo nacer como un proyecto basado en voluntarios: se juntan cuatro amigos y sin esperar nada montan la web; con el tiempo va creciendo hasta que se da la posibilidad de ganar algo de dinero con publicidad. Pero este crecimiento también significa más horas de mantenimimento técnico de la web, costes de hospedaje, etc.

No se si las economías de voluntariado tienen futuro, lo que si está claro que es que tienen mucho pasado que han construido este presente. Tim Berners-Lee se pasó dos años programando un primigenio navegador web y viajando por el mundo para enseñarlo y animando a que la gente lo utilizase y lo modificase, dando pie a Netscape y la explosión de la WWW. El creador de Linux empezó su sistema operativo como una afición; años antes Richard Stallman, creador de GNU (la otra “mitad” de las distribuciones basadas en Linux), abandonó su empleo obsesionado con la necesidad de un sistema operativo libre.

Estas piezas y muchas otras que hacen posible que Internet exista tal y como la conocemos hoy en día nacieron gracias a motivaciones y recursos de personas individuales o instituciones sin ánimo de lucro, nunca dentro de las estructuras de empresas comerciales.

En el camino de lo voluntario o la afición a grandes logros colectivos hay varios puntos relevantes:

Colaborativo vs. Comercial, Abierto vs. Cerrado

Internet ha dado ejemplo de como son factibles grandes proyectos colaborativos. Una importante parte del software más extendido en Internet, y que ha hecho posible el desarrollo de multitud de proyectos que con software comercial hubiesen sido imposibles, es software libre: software hecho por voluntarios (o voluntarios profesionalizados pagados por empresas, pero que en un comienzo fueron voluntarios que trabajaban por amor al arte).

El software libre o su hermano pequeño, el código abierto, se encontraban con un techo hasta ahora: el reconomiento por parte de grandes empresas. Pero tarde o temprano llegaría este reconocimiento, y ya está empezando a llegar, de modo que se abre una nueva etapa del desarrollo de modelos colaborativos en más entornos de la sociedad.

Una vez que ha quedado probado que los modelos colaborativos son posibles, queda el reto de su aplicación en otros entornos más allá de la producción de software. Un experimento interesante es 43 Things.

La necesidad de gestión

Cuando un proyecto que nace como afición crece aumentando su estructura, necesita recursos para sostenerla. Si entre estos recursos está el pago de sueldos, es necesaria bastante pasta. Y si hay mucha pasta de por medio, hace falta saber gestionarla. Un buen programador no tiene por qué ser el mejor gestor del mundo. De hecho, suele ser todo lo contrario. La profesionalización de cualquier proyecto es un tema delicado que suele depender de la casualidad: pasar en el momento justo por el lugar adecuado, para juntarte con personas que te ayuden a cubrir los distintos frentes de una empresa: gestión, labor comercial, organización…

Jerarquías en proyectos libres

Se suele pensar que un proyecto por ser colaborativo tiene una estructura plana, sin jerarquías. Nada más lejos de la realidad. Podrá haber menos escalones que en una multinacional, pero el lider del proyecto es un pequeño dios de ese ecosistema, que crea las reglas del proyecto y al que todos rinden pleitesía. Podrá parecer contradictorio, pero la realidad es que cuanto más fuerte y estricto es un lider mejor avanza un proyecto. Igual que es estricto, también tiene que saber ser amable y motivador. Pero en cierto modo es un tirano. La única ventaja es que si no te cae bien, te puedes ir al proyecto de al lado.

Conclusión

El voluntariado puro no se sostenible a lo largo del tiempo, pero si que existen multitud de variantes que comparten muchas características y que responden a una misma esencia de idealismo: gastar tu tiempo en algo que te motiva realmente y en lo que crees, ya sea por razones de libertad, igualdad o fraternidad (me resulta algo infantil y pretencioso citar estos tres tan famosos motivos, ¡pero es que son los que son!).

Para otro día: “Afición vs. Profesión”, y “Tipologías de equipos de trabajo: equipos ágiles (cohesionados) vs. servicios horizontales”