Expansión publicó una entrevista al embajador ruso en España el otro día. Me la he leído esta mañana en el metro en mi dispositivo móvil (moderno que es uno, gracias Instapaper) y no me podía creer lo que estaba leyendo. El jefe de prensa del embajador ha debido ser ascendido hasta la presidencia de Rusia entera por lo menos.

¿Qué diferencia hay entre esa entrevista y una nota de prensa de la embajada enumerando los mensajes que quiere transmitir? Están todas las palabras tan medidas, es todo tan de cartón piedra que parece una broma. Sobre todo después de arrancar el texto diciendo que “una entrevista con él es muy fácil. El propio embajador plantea los temas de forma natural. Sobre todo si le preocupan.”

¿Dónde está el análisis, el cuestionar, el no ser un simple altavoz, el plantear preguntas que saquen temas controvertidos y realmente interesantes, más allá de la postura oficial y propagandística?

Si el futuro del periodismo no está claro, tal vez habría que empezar a preocuparse por su presente.