Ultimamente no escribo mucho en el blog, pero pienso mucho en él.

(oh!)

Sobretodo cuando no estoy cerca de un ordenador y, por tanto, no puedo escribir las cosas maravillosas en las que pienso que podría escribir en el blog. Cuando estoy delante del ordenador estoy haciendo otras cosas (o detrás, porque a veces me pongo detrás tuyo, pequeño portatil que me estás dejando ciego, y te utilizo como escudo frente al mundo, frente a todas las cosas malas).

Otras cosas. Podría escribir una novela larguísima y de un aburrimiento, desidia, desazón y desesperanza totalmente abrumadoras acerca de esas otras cosas. Y de gente.

También podría escribir una novela, entregada en capítulos vía Twitter, mucho más pizpireta (siempre quise utilizar esta palabra, cuyo significado desconozco con ternura, pero cuya sonoridad ayuda a hacer de este post algo menos gris) hablando de las mismas cosas.

Y es que como se suele decir todo depende del color con que se mire.

Lo que importa es la actitud.

Mi nuevo emprendimiento: una escuela de actitud.

Busco profesores.