Año 2007, antes de la Gran Digitalización. Un grupo de intrépidos neardentales armados de rudimentarias herramientas (ordenadores personales de más de 2 kilos de peso, APIs, herramientas de diseño vectorial…) programan durante 24 horas (unidad de medida de tiempo utilizada entonces, equivalente a un enormer) una “aplicación” (el nombre que se le daba a las unidades de funcionalidad o funks, con capacidades similares a lo que se enseña a un niño de dos años actualmente).