Ahora que se acaba el año, y que por fin tengo la mezcla justa entre fuerzas, ganas, tiempo (¡no! ¡ha dicho tiempo!) y deseos de paz y amor suficientes como para escribir un post, pues eso, que me pongo a ello (y ahora llega el dramático momento en el que con tanta tontería se me ha olvidado lo que venía a contar).

Pues hablemos de blogs, para variar un poco. Por si no se habían dado cuenta, soy muy mediatizable. Hasta unos niveles que, de existir, serían considerados de alto riesgo. También tengo muy mal caracter, muy a mi pesar y al de los que me rodean. Si sumas estas dos cosas y el hecho de que el 2004 ha sido el año de los blogs, obtenemos que el enano escritor de posts que propulsa furilo patalee violentamente y le entren ganas de abofetear a los que enarbolan orgullosos esa bandera.

(y yo le tendría cierto respeto al enano de la máquina de posts: como podeís comprobar a mi ya me ha desplazado del consejo editorial de esta ilustre publicación).

Los blogs no son nada. O bastante poco. Que está más cerca de nada que de mucho, de acuerdo con una teoría que no sé si existe pero que no tendría ningún problema en inventarme. No sería la primera vez.

Los blogs son solo un formato. Un formato breve, sencillo de leer y de publicar (a veces no tanto… ¡tiempo al tiempo!). Los blogs tienen una estructura simple y es por lo que mucha gente los escribe y otra tanta los lee. En los 90 nos gusta hacer todo rápido (los 90 han vuelto, ¿no se lo dije?). Y ojo porque esto no es malo, sino todo lo contrario: la brevedad y la sencillez, en este mundo de desbordamiento informacional que nos ha tocado vivir, no es que sea mala, es necesaria.

También hay quien propone con gran virulencia lo indispensable que es para una empresa tener un weblog. Un weblog puede ser un estupendo instrumento para transmitir y abrir la empresa al exterior, y materializar la transparencia. Yo creo firmemente en ello, y no solo lo creo sino que lo he llevado a la práctica. Pero también creo que si una empresa no tiene esa vocación de transparencia y apertura, un weblog no se la va a dar como por arte de magia. Un weblog puede ser un estupendo instrumento para transmitir cultura, pero si no hay cultura, un weblog no la va a crear.

Como ejemplo tenemos el weblog de Google. ¿Qué nos está transmitiendo este weblog? Pues poca cosa, porque solo es una sección de noticias con forma de weblog pero que no tiene las características que hacen un blog lo que todo el mundo quiere.

Y luego están los consultores que se quieren ganar la vida vendiendo blogs. Disclaimer: yo soy uno de ellos 5 minutos al día durante los últimos 7 meses. Es una idea que viene y va… Aunque no se si prefiero la de un weblog que fabrique consultores. Un weblog es algo breve y sencillo de producir – y hay millones ahí fuera que pueden servir como ejemplo.

Mañana hablo del amigo periodista que está escribiendo un artículo sobre el tema – y mis ideas sobre la necesidad de expresión de cada uno, la plaza del pueblo y como los weblogs casan con todo esto. Aunque con esto ya está todo dicho, ¿no?

Y sigue quedando pendiente el tema (recurrente) del consumo de ocio y medios en internet y su futuro, y el tan comentado artículo de Juan Cueto en EPS, con el que estoy muy de acuerdo pero que no tiene por qué contradecirse con algunas de nuestras ideas.

Y 43 Things. ¡43 Things!